Apareciste una vez más, ahí, como todos los días;
desconsolada y medio vacía, como siempre;
necesitabas mis palabras sólo por oírlas,
necesitabas oir que me encanta tu melena rubia y tus ojos intermitentemente marrones,
que me encantan tus labios y yo en ellos,
tu cuello palido y tus senos redondos,
que que me encanta tu espalda cuando duermes y tus piernas glaciales,
necesitabas mis palabras solo por oírlas...
TE ODIO, TE ODIO, TE ODIO.
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